Mafalda, el mítico personaje creado por Quino, sujeta su pequeño oso de peluche con la mano derecha y con la otra señala a un globo terráqueo:
— Mirá, esto es el mundo, ¿ves?—, le dice la niña al juguete.
— ¿Sabés por qué es lindo este mundo? ¿Ehéé?— pregunta la pequeña al peluche.
— Porque es una maqueta— agrega Mafalda en un tono triste y subraya: “¡El original es un desastre!”.
La última vez que apareció una viñeta de Mafalda fue en 1973. Desde entonces, las anécdotas elaboradas por el Quino no han perdido vigencia. Familias y comunidades enteras aún están sumergidas en la pobreza. El cambio climático avanza sin freno, amenazando el bienestar humano y la salud planetaria. Las desigualdades económicas se ensanchan. Y los conflictos armados ponen sobre las cuerdas el futuro de toda una generación. Ni la peor de las sopas, odiadas por Mafalda, tiene tantos ingredientes venenosos. Eso que llamamos desarrollo sostenible está en vilo. En medio de estas incertidumbres, sin embargo, aún perdura la esperanza entre los ciudadanos y las organizaciones que creen en un mejor futuro. La sostenibilidad, por ejemplo, está ganando en relevancia entre las medianas empresas españolas.
Más de dos tercios de las compañías en esta categoría consideran que la incorporación de la sostenibilidad en sus negocios es altamente relevante, frente solo al 10% que lo dice que es poco o nada importante. Así lo revela el informe Contribución de las medianas empresas al desarrollo sostenible, elaborado por KPMG, y que toma como referencia las respuestas de 463 firmas. El análisis —realizado con el apoyo de la Cámara de Comercio de España, la Cátedra de Transformación Social Competitiva y la Confederación Nacional de Pymes (Conpymes)— destaca el avance en medidas para el cumplimiento ético, y también en los aspectos sociales, especialmente en el ámbito de los empleados. No obstante, en este último, la igualdad de género requiere mayor atención de diversos sectores.
De acuerdo con el análisis, el 85% de las medianas empresas tienen en cuenta en gran medida los aspectos sociales, como principal aportación al desarrollo sostenible. Solo un 3% considera que los tiene poco o nada en cuenta. Los aspectos más habitualmente considerados por las compañías en el ámbito social (por más de un 50%) son la formación de sus empleados, la contratación de mujeres y la contratación de proveedores de origen local y/o que respeten ciertos estándares sociales.
Otras medidas también consideradas son la igualdad retributiva y la colaboración con las comunidades a través de organizaciones o iniciativas locales. Para las empresas españolas, de forma generalizada, es más relevante el aspecto social que el medioambiental. Pero a nivel sectorial podemos encontrar diferencias importantes.
La construcción, industria, suministros y servicios medioambientales y transporte ponen por delante los aspectos relacionados con el medioambiente en lo alto de la tabla. Mientras que la producción agrícola, las finanzas y bienes inmobiliarios, así como el sector de la información y comunicaciones le dan una relevancia media.
La industria, la construcción y el sector agrícola señalan que la falta de equipo especializado y presupuesto son sus principales barreras para avances en el tema medioambiental. Algunas de las compañías destacan, como razón adicional, la complejidad en el cumplimiento regulatorio de la legislación ambiental.
Es por ello que las medianas empresas consideran que la incorporación de la sostenibilidad puede mejorar la competitividad de sus negocios en diferentes factores como la eficiencia, innovación, atracción del talento o el acceso a nuevos mercados. Y, en este sentido, perciben que los clientes y consumidores son el grupo que más les demanda avanzar en cuestiones de sostenibilidad, tanto actualmente como en el corto plazo.
La mediana empresa tiene la oportunidad de acceder a nuevas formas de financiación, como la vinculada a desempeño o criterios de sostenibilidad. No obstante, tan solo un 11,4% de las empresas han accedido a financiación sostenible en el último año. Aunque un 42,7% señalan que lo consideran o lo han considerado como una opción interesante y estarían dispuestos a investigar esta opción en el futuro. Pero casi la mitad de las medianas empresas (casi el 46%) no han accedido a financiación vinculada a criterios de sostenibilidad y no se plantea hacerlo.
Uno de los grandes retos a vencer entre las medianas empresas es la incorporación a la plantilla de personas con discapacidad. El porcentaje de personas con discapacidad en las medianas empresas, de media, es algo superior al 2%, cumpliendo ajustadamente con lo establecido por la Ley General de Discapacidad.
Lo que es una realidad es que el concepto de Transformación Social Competitiva se abre paso entre distintas firmas. Aunque hay un gran trecho por avanzar. Algo menos de la mitad de las compañías se sienten totalmente o muy familiarizadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), mientras que un cuarto de ellas se sienten poco o nada familiarizadas; situándose la mayoría en un punto intermedio. “Solo las empresas que integren en sus estructuras los ODS y generen impacto social serán las protagonistas del nuevo mercado”, insisten los expertos del Máster Transformación Social Competitiva, organizado por la Universidad Complutense de Madrid.
La igualdad va por sectores
La media del porcentaje de mujeres en plantilla en las medianas empresas es del 40,5% y baja a un 31,7% en los puestos directivos. No obstante, existe una amplia variabilidad en función del sector.
El sector servicios y consumo es el que más porcentaje de mujeres presenta (más de un 50% en plantilla y casi un 40% en puestos directivos). En finanzas y bienes inmobiliarios, el número de mujeres en plantilla es elevado (más del 40%); sin embargo, es reseñable la gran brecha con respecto a las mujeres en puestos directivos, que representa tan solo el 12,75%.
En los sectores con menor representación de mujeres (transporte y construcción) destaca también que el porcentaje de mujeres directivas es mayor que el de mujeres en plantilla. Aunque sigue siendo un porcentaje muy bajo (entre el 15 y el 25%), en estos sectores los trabajos han sido históricamente masculinos, y es en puestos de mayor responsabilidad en los que se incorporan más mujeres. “Estos datos son, en gran medida, un reflejo de la menor presencia de mujeres en ciertas carreras formativas y profesionales. Las mujeres se gradúan más en carreras relacionadas con la educación, empresariales, artes y humanidades; que en otras como la ingeniería, industria y la construcción”, dice el análisis.
Pero en todos aquellos sectores con mayor representación de mujeres en la plantilla existe una brecha respecto a las mujeres que acceden a puestos directivos, que pone en evidencia la pervivencia del “techo de cristal” y manifiesta un ámbito de mejora relevante para las medianas empresas.
Sobre la firma
Es periodista. Escribe sobre tecnología y negocios. Estudió Comunicación y Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores Aragón (México) y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.