No hace tanto, hablarle a una persona de mediana edad de BMX implicaba la tarea previa de explicar que había detrás de las siglas. «Son esas bicis pequeñas con las que dan brincos los chavales». Tras una concesiva onomatopeya y una respuesta afirmativa, ya se podía empezar el relato en cuestión. Luego, llegó su condecoración como disciplina de referencia al convertirse en una modalidad de los Juegos Olímpicos de Pekín, en 2008. Y en estas casi dos últimas décadas, el concepto no ha dejado de multiplicar su atención y sus adeptos.
Los deportes extremos (entre los que se incluye el ciclismo BMX) han conocido un auge enfermizo desde la aparición de las redes sociales. Se estima que alrededor de 490 millones de personas los practican alrededor del mundo, lo que ha revelado al género como una prometedora gallina de los huevos de oro, en un entorno digital que rinde culto a las filosofías de la superación personal, la adrenalina y show. ¿Qué hay más satisfactorio que ver a alguien con una bici pediátrica contrariar las leyes de la gravedad y el buen juicio, dando volteretas gimnásticas como un delfín antes de aterrizar sobre un durísimo lecho de hormigón? Todo eso, claro, desde la comodidad de un sofá o matando el tiempo en la biblioteca de la universidad. Es la versión posmoderna de los yayos contemplando las obras, mientras aseguran con sonrisa fatigada: «Qué cansado es ver trabajar».
Y de entre los miles que vacilan día a día con abrirse la crisma cabalgando una BMX, Ryan Williams es profeta. Este australiano de 31 años, con más de 2 millones de seguidores en Instagram, es uno de los más condecorados artistas de la disciplina. Sus trucos absolutamente delirantes cosechan una desaforada admiración global en sus redes.
Williams reibe a Retina en exclusiva en Vigo donde se encuentra para participar en O Marisquiño, el mayor festival de deporte y cultura urbana del sur de Europa, que celebra su 25 aniversario en la playa de Samil con la silueta de las islas Cíes como fondo. El australiano afirma no haberse roto un hueso en su vida. Un exotismo en la materia que, quede claro, deseamos siga siendo así tras la publicación de esta conversación.
¿Recuerdas la primera vez que montaste en una bici?
Tenía unos ocho años. Empecé a competir por entonces, y las carreras eran en circuitos cerca de skateparks. Cuando acababa, me iba al parque. Mi madre se enfadaba porque usaba la bici de carreras para eso, y me decía que no estaba hecha para saltos. Pero siempre me gustó más saltar que correr.
¿Y qué reacción tuvieron tus padres? Porque es un deporte bastante arriesgado, ¿no?
Mis padres estaban separados, así que solo veía a mi padre en vacaciones. Pero eso me gustaba, porque significaba descubrir skateparks nuevos. Al principio mi madre estaba preocupada, sobre todo cuando empecé con Nitro Circus y los saltos enormes. Le daba miedo, claro. Pero al ver que mejoraba y salían oportunidades, se fue tranquilizando. Creo que ahora incluso cree más en mí que yo mismo.
¿Cuándo dejó de ser solo una afición para convertirse en algo profesional?
La verdad, aún siento que lo hago por diversión. Pero supongo que el cambio real fue cuando empecé con Nitro Circus. Montaba en scooter y BMX, y empecé a ganar lo suficiente como para pagarme una casa. Tendría unos 17 años cuando vi que podía vivir de esto.
¿Cómo describirías tu estilo en BMX? ¿Qué lo hace especial?
Creo que lo que me distingue es que hago trucos que no son los típicos del BMX. Si un truco viene del scooter y funciona, lo hago igual. He hecho muchos trucos por primera vez en el mundo, simplemente porque creía que podían salir. Mi objetivo siempre ha sido aportar algo nuevo.
¿Y cómo sabes si un truco nunca se ha hecho antes?
Me vienen ideas y las visualizo mentalmente. Llevo tanto tiempo montando que tengo como una simulación en la cabeza. Pienso cómo va a verse y cómo funcionará. Y luego rezo para que salga igual que en mi cabeza.
Pero imaginarlo no es lo mismo que hacerlo en una rampa enorme. ¿Cómo sabes que va a salir bien?
A veces no funciona. Me caigo, me hago daño… Pero si haces deportes extremos, tienes que ser un profesional de las caídas. Saber caer es parte del juego.
¿Tienes alguna rutina antes de una competición o de un truco grande?
¡Sí! Siempre me aseguro de ir al baño antes de montar. Me refiero a cagar, porque si te desmayas… no quieres tener un accidente ahí, delante de todo el personal. También visualizo el truco en mi cabeza unas cien veces antes de intentarlo de verdad.
¿Cuál es el truco que más miedo te da?
Ahora mismo, el ‘doble backflip a fakie’, que quiero intentar en los X Games. Me da miedo porque ya lo he probado muchas veces y duele mucho. El ‘triple frontflip’ también fue durísimo, lo hice en casa de Travis Pastrana con mucha presión. Es un truco peligrosísimo, tres vueltas hacia delante con un salto de más de 12 metros. Pero salió bien de la hostia. Y este, aunque me dé mucho respeto, también lo hará.
¿Cómo superas el miedo?
Lo siento todo el tiempo, aunque la gente crea que no. Pero el miedo es bueno, significa que tu cerebro sabe que hay riesgo. La clave es tener la confianza de que puedes hacerlo. Y eso te lo da la experiencia. Después de 15 años montando, sé que puedo confiar en mí. Pero sí, el miedo siempre está.
¿Crees que los deportes extremos tienen hoy más respeto que antes?
Sí, cada vez más gente los valora. Las redes sociales están llenas de contenido de este tipo. Y el hecho de que el BMX esté en los Juegos Olímpicos ha ayudado mucho. Le ha dado seriedad y prestigio.
También influye que nuestra generación haya crecido con esto, ¿no?
Exacto. Ahora los que veíamos o practicábamos esto somos adultos, y seguimos conectados con el deporte.
Tienes una gran audiencia online. ¿Cuándo viste que las redes eran clave para tu carrera?
Desde joven me gustaba grabar y subir vídeos. Pero cuando empecé con Nitro Circus me di cuenta de lo importante que eran. Yo venía del scooter y tenía cierto nombre, pero en las giras la gente preguntaba por youtubers como Tanner Fox. Ellos subían contenido cada día y eso les daba más visibilidad. Ahí entendí que tenía que tomármelo en serio también.
¿Te influyen los “likes” o comentarios para decidir qué tipo de contenido hacer?
Un poco, sí. Me fijo en lo que más gusta y veo qué trucos impactan más. A veces hago algo súper técnico y no tiene mucha repercusión, mientras que otro truco más visual lo peta. He aprendido a combinar ambos. Pero sí, me fijo en la reacción del público.
¿Y eso no te aleja del placer de montar por montar?
A veces, sí. Pero sigo disfrutando muchísimo sin cámara. Hay trucos que hago solo porque me gustan. Aunque claro, duele cuando te esfuerzas a muerte, te caes mil veces, y luego el vídeo no funciona tan bien como esperabas.
Tú también compartes caídas, ¿no?
Sí, me gusta enseñarlas. Hay trucos que he intentado más de mil veces. Y creo que es importante que la gente lo vea, que no piense que clavo todo a la primera. Mostrar el proceso puede inspirar más que el truco perfecto.
Ahí está el reto: caerte y volver a intentarlo. Yo diría que hay mucho talento en saber esforzarse tanto.
Totalmente. Creo que esa es mi mayor virtud: no rendirme. Si no me sale en diez intentos, lo intento cien. Solo paro si se hace de noche o se me acaba la batería del móvil. Pero por mí, seguiría sin parar.
¿Tienes ese punto de obstinación, entonces?
Sí, o quizá un poco de locura. Para lanzarte a por algo que sabes que puede llevarte mil intentos, hay que estar un poco loco. Pero es una locura sana, de pasión.
¿Y cómo manejas las críticas o las comparaciones?
Me he acostumbrado. Empecé en scooter y me criticaban por todo. Luego pasé al BMX y decían que solo hacía ciertos trucos porque venía del scooter. Incluso tras ganar los X Games, seguían con excusas. Las críticas nunca desaparecen. Yo las uso como motivación.
Me imagino a enormes gandules soltando bilis sin saber hacer ni el huevo, escudados en el anonimato.
Exacto. Nunca he recibido críticas de otros profesionales. En los X Games nadie me ha tratado mal. Las críticas vienen de gente que no hace nada. Quien está realmente metido en esto, no pierde el tiempo atacando.
¿Crees que las redes han cambiado cómo se consumen estos deportes?
Sí, ahora tienes acceso a todo al instante. Antes te comprabas un DVD y lo veías mil veces. Ahora lo tienes en TikTok en segundos. Lo bueno es que cualquiera puede hacerse ver si es bueno de verdad. Pero también hay más ruido.
¿Ahora es más difícil destacar?
Un poco sí. Antes había menos gente. Hoy hay muchísimo contenido, y sobresalir es más complicado. Pero si eres constante y trabajas, puedes construirte una carrera igual.
¿Tienes estrategia en redes o un equipo que te ayude?
No, lo hago todo yo. Hago trucos, los grabo, los edito y los subo. No tengo un plan fijo. Quizá debería, pero tampoco quiero obsesionarme.
¿Te ves usando tu plataforma para otros proyectos fuera del deporte?
Sí, estoy abierto a todo. Gracias al deporte tengo patrocinadores y oportunidades. Y en el futuro me gustaría lanzar algo propio, quizá una marca. Hay muchas posibilidades si sabes aprovecharlas.
Supongo que es importante también para poder vivir de esto, ¿no?
Sí, pero no es fácil. Hay mucha gente intentando lo mismo. La competencia es enorme, así que cada vez cuesta más ganarse la vida solo con la BMX.
Si pudieras volver atrás y hablar con el pequeño Ryan, ¿qué le dirías?
Le diría que compre Bitcoin (ríe). Pero, sobre todo, le diría que siga igual, que lo que está haciendo funciona. Divertirse es la clave.
¿Ese es tu enfoque principal?
Sí. Si te centras en pasarlo bien, lo haces más, mejoras más y llegas más lejos. Si solo buscas ser el mejor o ganar dinero, te acabas quemando. Pero si disfrutas, lo harás toda la vida.
Ahora que eres padre, ¿te da más miedo lo que haces?
Pensaba que sí, que me volvería más precavido. Pero fue al revés. Me ha hecho montar mejor. Soy más calculador, más preciso, y eso me ha dado más confianza. Al final, hago trucos más locos, pero de forma más segura.
Supongo que también te gustaría que tu hijo se sintiera orgulloso de ti.
Sí, me lo pregunto a menudo. Aunque quizá, como crecerá viéndolo desde pequeño, le parezca normal. Y entonces dirá: “Sí, está bien… pero tampoco es para tanto” (ríe).
Y en 10 o 15 años… ¿te sigues viendo sobre una bici?
Sin duda.
Sobre la firma

Periodista y escritor. Ha firmado columnas, artículos y reportajes para ‘The Objective’, ‘El Confidencial’, ‘Cultura Inquieta’, ‘El Periódico de Aragón’ y otros medios. Provocador desde la no ficción. Irreverente cuándo es necesario.