Hace falta un esfuerzo activo para esquivar la IA de Meta en WhatsApp. Incluso así a veces tocas sin querer el ominoso anillo azul que tanto has intentado evitar. No hay problema. Podemos volver atrás y nada queda grabado. Disminuye la ansiedad. Poco a poco también nos acostumbramos a que aparezca un rebaño de sugerencias para la IA cada vez que buscamos un contacto.
Los que no queremos utilizar Meta AI en WhatsApp tenemos que regatear constantemente. Pero a fuerza de ignorar el botón y las sugerencias vamos haciéndonos con el control del partido. Esta solo es la experiencia de algunos usuarios que rechazan voluntariamente la IA de Meta. Hay quienes ni siquiera saben qué es eso ni para qué sirve ni si les interesa. Y es que Meta ha plantado su IA delante de las narices de todos los usuarios, tengan o no habilidades digitales.
Una persona mayor, que asocia WhatsApp con un medio para enviar y recibir mensajes de seres queridos, de repente se encuentra con un anillo azul en la pantalla. Si toca sin querer se le abre una conversación con el anillo azul luminiscente donde le animan: ‘Pregúntale algo a Meta AI’. Esto ya es una buena dosis de confusión —innecesaria— para los usuarios al otro lado de la brecha digital, para aquellos que usan su smartphone en un esquema básico de sota-caballo-rey. Por fortuna muchos recurrirán a la llave maestra para salir de casi todos los embrollos: “tocar la flecha para ir atrás”, que cuando no funciona una vez se convierte en “tocar muchas veces la flecha para ir atrás”.
La estrategia de Meta consiste en hacer ostensible su IA. Casi para que los usuarios estén obligados a usarla. Para la compañía todo el uso que se haga de su inteligencia artificial es positivo. Servirá para mejorarla. Y en la carrera de vértigo que siguen las grandes tecnológicas tiene mucho valor contar con una base de usuarios que utilicen extensivamente su IA.
Cuantos más datos obtiene Meta del uso que se hace de su IA más capacidad tiene de refinar futuros modelos. Es una forma de perfeccionar la tecnología, que ya sirve en Instagram y Facebook para facilitar la creación de contenido. Esta es una de las ambiciones de la compañía. Cuanto más fácil sea subir contenido a sus redes sociales más aumenta la interactividad en ellas. Los usuarios pasan más tiempo en las plataformas y, de esta forma, se les sirven más anuncios. Al final, el modelo de negocio principal de Meta es la publicidad.
Pero mejorar la IA también podría servir para obtener nuevas fuentes de ingresos. Según informaciones recogidas por Reuters, Meta planea lanzar una versión de su asistente bajo una suscripción de pago, estilo ChatGPT Pro. Además, la compañía podría ofrecer servicios de pago para empresas, dentro de Instagram o Facebook. Se espera que la IA permita automatizar parte de la comunicación con los clientes en procesos como las reclamaciones, la atención al cliente o la resolución de dudas. Para cobrar por este tipo de servicios la tecnología debe ser efectiva y para eso hay que pulirla. ¿Qué mejor manera que utilizar el gigantesco campo de pruebas de más de 3.350 millones de usuarios activos cada día en todas las plataformas de Meta?
Y es que la IA generativa no es una funcionalidad cualquiera que se ha puesto de moda. Hay todo un sector naciendo de esta tecnología, al calor de los cientos de millones de usuarios de OpenAI, de la oferta de Google en torno a Gemini, del Copilot de Microsoft o los agentes de Salesforce, las opciones de la nube de AWS o los productos de Anthropic.
La nueva tecnología no solo son chatbots que buscan información, resumen un documento o interpretan una tabla de datos. Los llamados modelos fundacionales impulsarán automatizaciones concretas en muchos ámbitos empresariales. Más aún, la tecnología se aplica también a la robótica. Las máquinas ahora entienden el lenguaje natural mucho mejor que hace unos años. Se les podrá dar instrucciones de viva voz, incluso los especialistas del sector confían en poder enseñar a los robots mediante lenguaje natural.
La inteligencia artificial que hoy se perfecciona dará lugar a nuevos negocios y se espera que traiga una lluvia de ingresos. No por nada se han comprometido ya inversiones de cientos de miles de millones de dólares en centros de datos destinados a la IA. Cuando un usuario utiliza un sistema de IA apoya de alguna forma el desarrollo y la mejora de ese sistema. Y si Meta entromete un botón para activar su IA en la interfaz de WhatsApp lo hace con la ambición de sumar un buen puñado de usuarios a su causa.
Para hacerlo utiliza su posición privilegiada en la mensajería instantánea móvil. Nadie disputa este mercado a WhatsApp. Ni Telegram se acerca. A esta circunstancia se suma el hecho de que no se puede desactivar la opción de Meta AI en la aplicación. Son prácticas que recuerdan a casos famosos de monopolio, como cuando Windows se vendía con Internet Explorer preinstalado y sin otro navegador alternativo.
Aquello le supuso un rapapolvo legal a Microsoft. Se determinó que los navegadores constituían un mercado propio y los sistemas operativos, otro. Así, el gigante utilizaba su posición de poder en Windows para dominar el mercado de los navegadores. Salvando distancias y particularidades técnico-legales, Meta usa su posición dominante en la mensajería instantánea para meter con calzador su IA a los usuarios. Aunque en temas de monopolio, lo que de verdad preocupa a Mark Zuckerberg es el proceso abierto por la FTC. Se acusa a la compañía de lastrar la competencia al comprar Instagram y WhatsApp, un asunto que colea desde hace años. Cada uno con sus desazones. Mientras tanto, a algunos usuarios les preocupa esquivar el dichoso botón del anillo azul.