Tras la sacudida del informe Draghi, Europa ha respondido, para no quedarse atrás en la carrera global de la IA, lanzando la iniciativa ‘EU AI Champions Initiative’, que reúne a más de 60 empresas europeas, —ninguna española en el listado inicial— y un presupuesto de 200.000 millones de euros, con el objetivo de posicionar a Europa como líder en el desarrollo y aplicación de IA.
Es bien conocido que Europa enfrenta desafíos económicos y geopolíticos en un contexto de envejecimiento poblacional y baja productividad, lo que pone en riesgo su competitividad. Dentro de este marco tan complejo, la inteligencia artificial (IA) representa una oportunidad clave para el progreso económico y la autonomía estratégica.
Esta iniciativa busca movilizar talento y capital, acelerar la adopción de IA en industrias clave como la manufactura, energía y defensa, y fortalecer la competitividad europea. El diseño de esta iniciativa ha sido liderado por General Catalyst y se apoya en el informe ‘An Ambitious Agenda for European AI’, donde se establece una hoja de ruta para la coordinación entre tecnología, industria y políticas públicas.
Tal como recoge el informe, Europa necesita reorientar su estrategia si no quiere quedarse como un simple espectador en el desarrollo de la inteligencia artificial (IA). Aunque aún hay margen para avanzar, el retraso es evidente. La reciente irrupción de DeepSeek es solo un recordatorio más de que la UE debe aprender una lección fundamental: aunque los modelos económicos de Estados Unidos y China sean distintos, el éxito de sus estrategias en IA tiene un punto en común, los gigantes tecnológicos son el motor del ecosistema de IA.
Gigantes tecnológicos, motores del ecosistema de startups y pymes locales
Tanto en EE.UU. como en China, el desarrollo de la IA se ha construido sobre la base de gigantes tecnológicos que impulsan el ecosistema, generan talento y financian la innovación. La estructura industrial de ambos países lo refleja con claridad: por cada gran empresa estadounidense hay un equivalente chino que compite a nivel global (Apple-Huawei, Amazon-Alibaba, Google-Baidu, Meta-Tencent). En el caso de AWS y de Microsoft, con su plataforma en la nube Azure, tienen paralelismos con los servicios ‘cloud’ de Tencent y Alibaba. La única excepción es NVIDIA, cuyo crecimiento explosivo no ha encontrado aún una respuesta equivalente en China.
Estas grandes compañías no solo desarrollan tecnologías punteras, sino que también actúan como motores del ecosistema, facilitando financiación y atrayendo talento. Un claro ejemplo es Anthropic, financiada por Amazon y Google, y fundada por ex-empleados de OpenAI, la empresa respaldada por Microsoft.
El ecosistema europeo de IA no podrá competir sin grandes empresas tecnológicas que impulsen la innovación y el talento. Las startups y pymes europeas necesitan un entorno robusto que les permita crecer y desarrollarse, pero para ello es esencial contar con actores de referencia que lideren la industria.
Si bien la inversión tecnológica es un pilar fundamental, es crucial no perder de vista las oportunidades de negocio que surgen en niveles superiores de la cadena de valor. Estas capas estratégicas no solo se apoyan en la tecnología, sino que también están más próximas a los casos de uso y al cliente final. En este sentido, la Unión Europea debería priorizar el impulso a startups y pymes locales que tienen el potencial de capturar estas oportunidades de manera eficiente.
Productos propios
Así, si analizamos cómo han evolucionado los ecosistemas de EE.UU. y China, podemos extraer otra conclusión clave: los gigantes tecnológicos surgen de startups con productos tecnológicos propios. La capacidad de una empresa para capturar valor en el mercado depende, en gran medida, de su modelo de negocio y del grado de control sobre su tecnología central.
Las compañías que desarrollan su propia tecnología sin depender de terceros tienen el mayor potencial de crecimiento, ya que logran diferenciación y escalabilidad. En cambio, aquellas que construyen productos basados en tecnología externa, como los modelos de IA de OpenAI o Anthropic, pueden generar ingresos, pero su dependencia limita su control sobre costos y evolución.
Asimismo, las empresas que se enfocan en consultoría y desarrollo de soluciones tecnológicas pueden ser rentables mediante la personalización e implementación de servicios, aunque con una escalabilidad menor que las compañías que poseen un producto propio.
Finalmente, los negocios basados en formación y servicios complementarios tienen una capacidad de capturar valor aún más reducida, a menos que aporten un diferencial significativo. En términos generales, cuanto mayor es el control sobre la tecnología central, mayor es la capacidad de capturar valor en el mercado.
Colaboración público-privada
El tercer punto clave en el que fijarse es en la efectividad de la colaboración público-privada en ambos países. Recientemente, el gobierno americano anunciaba el plan Stargate con una inversión de al menos 500.000 millones de dólares liderada por OpenIA, SoftBank y Oracle. En el caso de China, la IA forma parte de su estrategia desde 2017 cuando lanza el plan “New Generation Artificial Intelligence”.
El sector público debe desempeñar un papel clave como impulsor y acelerador de la IA. Es más, el sector público tiene que convertirse en un cliente ancla que traccione el ecosistema IA. Para lograrlo, es imprescindible que las administraciones públicas posean un conocimiento profundo del sector y de sus dinámicas, permitiéndoles tomar decisiones informadas y evitar una asignación ineficiente de recursos. Sin esta capacidad de análisis y criterio, existe el riesgo de que las inversiones no generen el impacto esperado y se desperdicie el capital destinado a fortalecer el ecosistema empresarial y tecnológico europeo.
Además, es fundamental adoptar modelos de contratación más flexibles y alineados con los ciclos de innovación tecnológica, como la Compra Pública Innovadora (CPI). Asimismo, es clave fortalecer la capacidad de decisión de los mandos intermedios, quienes poseen un conocimiento profundo de las necesidades administrativas y pueden impulsar de manera más ágil la adopción de estas soluciones.
Conclusión
Con la EU AI Champions Initiative, Europa puede aprovechar una oportunidad histórica para integrar la IA en su base industrial, modernizar infraestructuras y consolidar su soberanía económica, demostrando su capacidad de liderazgo global y colaboración estratégica. Si la UE quiere competir en el desarrollo de la IA, debe adoptar un enfoque más ambicioso y estructurado.
Contamos con universidades, centros de innovación y talento de primer nivel, pero no basta con fomentar ‘startups’ prometedoras; es fundamental crear un ecosistema donde estas puedan evolucionar hasta convertirse en gigantes tecnológicos capaces de liderar la industria. Sin este cambio de rumbo, Europa corre el riesgo de quedar relegada a un papel secundario en la revolución tecnológica del siglo XXI.
*Pablo Haya, director del área de Business and Language Analyticsen el Instituto de Ingeniería del Conocimiento (IIC), un centro I+D+i experto desde hace más de 35 años en el tratamiento y análisis de todo tipo de datos, el motor de la inteligencia artificial.