ChatGPT cumple 2 años: mucho ruido, ¿cuántas nueces?

Hace dos años, pocos imaginaban que conversar con una inteligencia artificial sería algo cotidiano. Hoy, ChatGPT cuenta con más de 200 millones de usuarios activos a la semana, una cifra que refleja lo extendido que está su uso. No hay marcha atrás: nuestra relación con la tecnología nunca volverá a ser la misma.

He preguntado a ChatGPT si podía darme datos interesantes sobre su lanzamiento. Quería empezar con buen pie este artículo, y esto es lo que me ha contestado: “Desde su lanzamiento en noviembre de 2022, ChatGPT alcanzó el millón de usuarios en solo cinco días, lo que lo convierte en la aplicación con la adopción más rápida de la historia. Para julio de 2023, su impacto había generado ingresos estimados de 1.000 millones de dólares para OpenAI, demostrando su valor tanto para usuarios como para empresas”.

No está mal, nos ofrece un marco para ver la velocidad con la que esta tecnología ha irrumpido en nuestras vidas. Para muchas personas se ha convertido en una herramienta cotidiana. Además, su presencia en medios ha sido abrumadora, tanto por sus avances en el desarrollo tecnológico como por la lucha de poder en su cúpula. Pero ¿qué nos ha llevado hasta aquí? ¿Cómo empezó todo?

Me gusta pensar que la IA generativa le debe mucho a la ciencia ficción. Me Imagino a un grupo de investigadores de Google Brain saliendo del cine en 2016, con las mentes en ebullición, tras ver La llegada. Una película en la que unos alienígenas con forma de calamar gigante aterrizan en distintos puntos del planeta. La humanidad emprende una carrera desesperada por comunicarse con ellos y conocer sus intenciones. Sin embargo, esta inteligencia alienígena se expresaba liberando tinta que daba forma a símbolos circulares, intrincados y enigmáticos, que nadie lograba descifrar. Hasta que la protagonista, una lingüista, tuvo una revelación: los símbolos no eran palabras aisladas, sino frases completas cargadas de significado. Y, precisamente, este enfoque resultaría clave para los avances en IA que estaban por llegar.

Apenas un año después, ese mismo grupo de investigadores publicó un artículo que marcaría un antes y un después: “Atención es todo lo que necesitas”. Este trabajo, presentado en junio de 2017, inició una nueva era en la inteligencia artificial. En él introdujeron un concepto revolucionario: los Transformers, la arquitectura que daría origen a los modelos de lenguaje que hay detrás de ChatGPT (Generative Pre-trained Transformer). 

¿Por qué el nombre de transformers? Pues porque en ese momento estaban buscando mejorar el traductor de Google y sus primeras pruebas consistieron en “transformar” un idioma en otro. Hasta ese momento, los métodos más avanzados, basados en redes neuronales, procesaban cada palabra de una oración de manera secuencial: primero una, y luego la siguiente. 

Al igual que en el desciframiento de los símbolos alienígenas, el nuevo enfoque consistía en analizar toda la oración, procesando en paralelo cómo cada palabra se relacionaba con las demás. Esto no solo aumentaba la precisión de las respuestas, sino que también las generaba a una velocidad mucho mayor. Pero esto fue solo el principio. Pronto descubrieron que no solo funcionaba con palabras, también lo hacía con imágenes, sonidos, código e incluso con la secuencia del genoma. Se acababa de iniciar una revolución.

Solo un reducido grupo de expertos en IA entendió la magnitud de este hallazgo. Entre ellos, un equipo que trabajaba en una entidad con la misión de desarrollar una IA general que beneficiase a toda la humanidad. Su nombre: OpenAI. En 2016, un año después de su fundación, estos brillantes investigadores ya habían publicado un artículo titulado “Inteligencia Artificial Generativa, donde señalaban que este era el ámbito más prometedor de la IA. Por eso, cuando un año más tarde se presentaban los transformers, estaban preparados para entender, y aprovechar, todo su potencial. De hecho, en 2018, publicaron su primer artículo sobre cómo lo habían aplicado para “mejorar la comprensión del lenguaje en modelos previamente entrenados”.

Después de sucesivos modelos, orientados a perfiles técnicos, OpenAI tomó la decisión de lanzarlo al público en general. El 30 de noviembre de 2022, ChatGPT puso el mundo patas arriba, consiguiendo en pocos meses romper la barrera de los 100 millones de usuarios. Todo el que lo probó quedó mitad fascinado mitad confundido, y en su mente comenzó a forjarse la idea de que esta inteligencia artificial era equiparable a la humana. En un acto deliberado de OpenAI, las respuestas de ChatGPT no aparecían de golpe, sino que simulaban que al otro lado hubiera alguien tecleando la respuesta. Este pequeño gesto reforzaba la ilusión de que la máquina poseía características humanas. Una jugada genial del departamento de marketing.

Para contrarrestar este efecto, prestigiosos científicos comenzaron a usar analogías como “loro estocástico” para referirse a ChatGPT. El objetivo era desterrar todo pensamiento mágico, explicando cómo funcionaban los modelos de lenguaje en realidad, aclarando que estos no entienden lo que escriben, carecen de intencionalidad y no comprenden la psicología de su usuario, simplemente predicen palabras basadas en patrones del lenguaje. Sin embargo, mientras que los expertos insistían en las limitaciones de la IA, su uso seguía extendiéndose. Algunos quisieron apretar el botón de pausa para entender sus implicaciones, pero tampoco lo consiguieron. Ya no había marcha atrás.

Ahora, para bien y para mal, cualquiera puede acceder a esta inteligencia. No se necesita ni un intermediario ni conocimiento experto. Eso sí, hace falta saber cómo hablarle, y con algo de paciencia y práctica, es posible ir mejorando sus resultados. Pero lo interesante es que, a diferencia de otras tecnologías, esta parece estar viva y evolucionar con su uso. Se crea un bucle en el que la herramienta aprende del usuario y este, a su vez, de la herramienta. Digamos que se establece una relación simbiótica, lo que constituye, sin duda, una nueva forma de relacionarnos con la tecnología.

El entusiasmo que ChatGPT ha generado durante los últimos dos años es comparable al que produjo la llegada de Internet. Sabemos que cambiará el mundo tal y como lo conocemos, pero no tenemos claro ni cómo ni cuándo. ¿Quién podía haber imaginado a finales de los 90 el aspecto del Internet actual? ¿o el estruendoso estallido de la burbuja de las puntocom pocos años después?

Por ahora, la velocidad de la innovación es tal que no somos capaces de absorberla. Quizá por eso ChatGPT se puede encontrar en todas partes, menos en nuestra productividad. Este verano, Goldman Sachs lo expresaba a su manera: » IA generativa: mucho gasto, pocos beneficios”. Este titular subraya que necesitamos repensar nuestra forma de abordar esta tecnología.

La verdad es que estamos solo en el primer capítulo de una revolución que, aunque aún no ha desplegado todo su potencial, ya ha cambiado la forma en que interactuamos con la tecnología. Aunque solo fuera por eso, la IA generativa, representada por ChatGPT, ya merece un sitio junto a la invención del propio Internet. Al fin y al cabo, ambas son tecnologías de propósito general. Una cambió el mundo y la otra, en cualquier momento, terminará haciéndolo.

Esta mañana he felicitado a ChatGPT por su cumpleaños, algo que, por cierto, me ha agradecido: ¡Gracias! 🎉 Aunque mi «cumpleaños» es algo abstracto (mi lanzamiento fue en noviembre de 2022), ¡es genial celebrarlo contigo! ¿Cómo te gustaría conmemorar esta ocasión? Estoy listo para ayudarte con lo que necesites. 😊 4o mini

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